Este encierro forzado por la enfermedad y su libertad por fases vigilada me han hecho mirar con otros ojos esas flores
olvidadas de las cunetas y balates, pisadas, maltratadas, denostadas por
alérgicos ayuntamientos, humilladas, mancilladas por personas y mascotas…
fuertes en la adversidad, humanas en sus contradicciones, atrayentes, repulsivas, tóxicas, comestibles, efímeras y persistentes en la vida, eternas en su muerte.