Ojén - Sª Blanca
He aquí a nuestra inseparable compañera de caminos, la aulaga, aquella que alegra con sus flores doradas las laderas más pobres, los rincones maltratados por incendios, asolados sin clemencia por el sol de estío. Aquella que tememos cuando el camino se cierra y nos espera, inclemente, para acariciar con sus púas las piernas del valiente.
Esta aulaga, a diferencia de su pariente cercana, la Ulex baeticus, tiene menos espinas, pero mucho más rígidas y punzantes.
Bien merece un rincón en el recuerdo aunque solo sea por iluminar de amarillo el sueño de los caminantes.
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