Montes de Cortes . Est. de Gaucín
El durillo es uno de esos arbustos que siempre nos llamará la atención: en marzo o abril por sus racimos de flores blancas, grandes y brillantes; después, por sus frutos de un azul metálico imposible, y siempre por sus grandes hojas lustrosas semejantes a las del laurel.
Es planta que no requiere de un suelo especial, pero que si gusta situarse en zonas frescas, umbrías, donde el sol no la visite mucho. Y allí, a la sombra, guardará el secreto de sus propiedades medicinales: es febrífuga y actúa contra depresión.
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