Quizás si hablamos de la digitalina o más bien de la digitoxina estas palabras nos digan poco, aunque son muchos años de historia las que las contemplan. Conocida como digitalus -dedo pequeño- desde 1542, la dedalera saltó a la fama hacia mil setecientos y pico cuando se dieron a conocer sus propiedades curativas contra las afecciones del corazón... y también mortales. Y es que lo que a unas personas salvaba a otras las llevaba a la tumba. No se sabía muy bien por qué en unos casos daba vida a un corazón enfermo y en otros desencadenaba un infarto. Hasta que se descubrió que nuestras compañeras del principio de esta historia, esos compuestos que la planta produce como protección ante herbívoros deseosos de comérsela, se encontraban en cantidades muy dispares según la hora del día en que se recogieran las hojas, donde se acumulan. Por las mañanas, las cantidades eran escasas, mientras que durante el día va produciendo una mayor cantidad, siendo la tarde el momento en el que la concentración es mayor y las plantas recogidas en estas horas las que pueden provocar efectos más letales.
La dedalera es una planta bianual originaria de Europa, aunque extendida actualmente por medio mundo. El primer año solo veremos una roseta de hojas. Al segundo, sus tallos florales iluminarán bordes y taludes de caminos en zonas sombreadas y suelos ácidos. Su floración tiene lugar a finales de primavera y principios de verano y resulta especialmente atractiva para los insectos y para el fotógrafo que revolotea alrededor de ella.
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