Esta orquídea, de las más tardías en florecer por nuestra tierra, sí ofrece verdadero néctar a los insectos que pululan a su alrededor, pero no podía quedar la cosa así tratándose de este grupo de plantas refinadas y retorcidas en sus formas e intenciones: el líquido azucarado que ofrecen es algo tóxico, posee propiedades narcóticas que atontan al bicho e impiden que fecunde a la misma planta.
Esta epipactis tiene preferencia por suelos calizos, aunque también la podemos encontrar en otros tipos de suelos. Se encuentra cómoda al pie de pinos, alcornoques y otros árboles, en lugares a semisombra, frescos pero no húmedos. Allí desplegará su ramillete floral donde pueden abrir desde una decena hasta más de cincuenta flores de tonos lilas, rosados, verdes o púrpuras más o menos intensos.
Se extiende por el Mediterráneo occidental, y la podemos encontrar en Málaga de manera puntual en muchas de nuestras sierras y bosques, aunque en El Juanar es inusualmente abundante y su presencia, cuando ya quedan pocas flores de las que disfrutar, siempre es una excusa para una visita.
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