Almencino me suena a infancia, a niño de pantalones cortos y
tirachinas, a sombra junto al río, a veranos en familia y en amigos.
Este árbol de tronco grueso y liso y de color grisáceo puede
alcanzar los treinta metros de altura y los seiscientos años de vida, aunque
encontrar un ejemplar tan longevo es francamente difícil.
Las flores, verdosas y poco aparentes surgen en primavera a
la misma vez que las hojas, aunque si por algo recordamos al almez es por sus
frutos pequeños y redondos que van pasando del color verde, al amarillo y al
negro, momento en el que ya maduro es devorado por las aves con fruición, y
también por algunos humanos que gustamos sentir su sabor antiguo y recordar
pasadas batallitas lanzando lejos su hueso.
Lo podemos ver en Málaga de manera dispersa en distintos lugares de la provincia, casi siempre en sitios frescos y cercanos a ríos y arroyos. Su madera se ha utilizado para hacer carbón y utensilios de labranza de buena calidad y sus frutos para elaborar mermeladas.
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