domingo, 24 de octubre de 2021

Hedera helix subsp. helix

                                                                  Cartajima

Ya los celtas la tenían como planta sagrada, símbolo de la inmortalidad. A nosotros nos asombra su capacidad de tapizar y cubrir con sus tallos, raíces y hojas, suelos y troncos, y convertir con su sola presencia la roca en árbol.
Con tallos de más de veinte metros y hojas perennes, la yedra abraza todo aquello que encuentra y, a veces, ese abrazo se transforma en preludio de muerte pues termina por asfixiar al árbol que la sujeta.
Sus flores, en umbelas de un verde amarillento, se abren con la llegada del otoño y quizás no nos sorprendan a la vista, pero sí al oído por el zumbido constante de cientos de abejas y moscardas en busca de su néctar.
Esta planta, extendida por casi toda Europa, es tóxica, especialmente sus bayas, cuya ingestión puede provocar la muerte de una persona. Eso no quita para que sea utilizada en la medicina popular para quitar verrugas, callos y durezas y que con el extracto seco de sus hojas se fabrique un jarabe para la tos.

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