jueves, 9 de diciembre de 2021

Ruscus aculeatus

                                                                              Sª de Mijas

Con los fríos de finales de otoño, las pequeñísimas flores femeninas del rusco se transformarán en unas atractivas bayas, perfectamente esféricas y de un rojo intenso, brillante, como de carmín de labios.
Las flores y los frutos surgen en el centro de lo que parecen hojas pinchudas pero que son en realidad tallos modificados, filocladios, capaces de realizar la fotosíntesis.
Esta planta, que vive en bosques umbríos y en grietas de roquedos, puede alcanzar fácilmente el metro de altura, extendiéndose a partir de un rizoma subterráneo. La podemos encontrar por toda la cuenca mediterránea, siendo bastante abundante en la Península Ibérica.
En cuanto a su uso medicinal, este viene desde antiguo y aún hoy en día se siguen preparando medicamentos cuyo principio esencial se extrae de esta planta, especialmente para problemas relacionados con la circulación venosa: varices, hemorroides..., como diurético o para favorecer la eliminación de los cálculos en la vesícula, aunque hay que tener mucha precaución con sus bayas, sobre todo con los niños, pues su consumo puede provocar diarreas, vómitos e, incluso, convulsiones.

 

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