¡Que te doy una colleja! Y cientos, pues son muchas las hojitas frescas de esta hierba las que necesitamos para hacer una buena tortilla.
Planta muy común de nuestros campos y sierras que al llegar la primavera muestra sus largos tallos florales de los que surgen florecillas blancas o rosa pálido sostenidas por unos cálices inflados en forma de pequeños sacos.
Su uso culinario se ha ido olvidando aunque aquí, en Andalucía, sigue teniendo cierto predicamento.Si queremos consumirla y aprovechar sus propiedades diuréticas, su aporte en fibra y sus numerosos minerales, debemos recogerla antes de que florezca, pues con la floración, se vuelve correosa y poco agradable. Para ello, procura no arrancarla, pues su reproducción se hace a través de estolones que brotan de una cepa que se mantiene bajo tierra durante los meses cálidos y secos del estío y brota de nuevo con las lluvias y el tiempo más fresco.
Por cierto, existía un juego o distracción infantil que consistía en aplastar los saquitos de las flores con una palmada, provocando un pequeño chasquido. ¿Vendrá de ahí la expresión "dar una colleja"?
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