Sª de las Nieves
Torvisco y mal de ojo son dos palabras que para mí siempre irán unidas y es que esta planta era una auténtica desconocida hasta que llegué a la Estación de Gaucín, ya siendo maestro, y allí era como el pan de cada día: que si torvisco en una bolsita junto al pecho, que una ramita de torvisco bajo el colchón... y todo para evitar el mal de ojo, que siempre estaban quienes lo podían echar -sobre todo a los niños y bebés- y quien lo curaba. Todavía recuerdo como un día durante el recreo apareció una de las personas que en el pueblo tenían fama de que lo echaba, madre de un alumno, y como en un momento una buena parte de los niños se quitaron de en medio, dejando el patio medio vacío.
Este arbusto de mediano tamaño y hojas lanceoladas es propio del sotobosque mediterráneo. Se distribuye por el Sur de Europa, el Norte de África y las Islas Canarias. Su floración tiene lugar a finales del verano y principios del otoño. Es una planta tóxica e irritante y se debe evitar su contacto prolongado con la piel pues puede producir llagas.
Su uso, aparte de como amuleto y freno ante los malos espíritus, se ha centrado desde antiguo en emponzoñar las aguas de charcas y ríos para poder pescar con facilidad después a los peces que allí estaban, lo que se conoce como entorviscar.
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