Otro de los pinos que con más frecuencia podemos encontrar por las montañas malagueñas es el pino resinero, sobre todo en aquellas sierras de suelos ácidos como las peridotitas, aunque también lo vemos en las calizas de la Almijara donde fue uno de los recursos económicos de la gente de la zona hasta que un gran incendio no solo acabó con los árboles sino con muchas ilusiones y proyectos.
Este gran árbol que puede alcanzar hasta los 40 metros de altura tiene su centro de dispersión en la Península Ibérica, extendiéndose también por las montañas del norte de África y por otras zonas de Europa Occidental. Para diferenciarlo de otros pinos nos debemos fijar en sus acículas, agrupadas de dos en dos, largas, punzantes y de color verde oscuro y en sus piñas, también grandes y alargadas, brotando directamente de sus ramas.
De este pino, como su nombre común nos indica, se han extraído grandes cantidades de resina, con la que después se han elaborado diferentes productos, desde aguarrás hasta pez para impermeabilizar barcos, pasando por barnices y pegamentos.
Y volviendo a los incendios, quizá el mejor y más tupido pinar de pino resinero de la provincia era hasta principios de septiembre el que se extendía por Sierra Bermeja. Hoy, sus troncos calcinados nos recuerdan la cara más negra de ser humano.
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