jueves, 4 de noviembre de 2021

Ulmus minor

                                                                        Sª de las Cabras

La primera vez que visité este bosquecillo de olmos apostado bajo un cantil, a la sombra húmeda de una pared que mira al norte, me sorprendieron esos viejos árboles cubiertos de musgo y de algunas hiedras, viejos y arrugados, algunos caídos, con pocas hojas. Era primavera avanzada y ya su época de fructificación había pasado.
Hoy, unos diez años después y bien entrado ya el otoño, los árboles siguen allí, la mayoría desnudos -no sé si muertos- mostrando su ramas oscuras que enraízan en el cielo. Unos pocos, los más protegidos del frío helador de este rincón de la sierra, muestran algunas hojas aserradas, ya amarillentas que, más pronto que tarde, bajarán a unirse con la tierra.
Este árbol, extendido por casi todo el mundo, es rarísimo en nuestra provincia, especialmente formando un pequeño bosquete como este. 
La grafiosis ha acabado con muchos de los olmos de nuestro país, algunos centenarios. ¿Tendrán estos ese mismo futuro? Esperemos que no y que durante años sigan allí con nosotros o en nuestra ausencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.