martes, 28 de marzo de 2023

Calicotome villosa

                                                              Cortes de la Frontera

Con los primeros días cálidos de la primavera, los jérguenes llenan los campos de amarillo, las laderas soleadas de las zonas bajas de nuestras sierras, algunos rincones costeros e incluso, los bordes y cunetas de las carreteras, y es aquí donde, caprichoso, el recuerdo se vuelve más intenso.

No es su espectacular floración, cubriendo la planta entera, ni las lacerantes heridas que más de una vez dejaron sus punzantes y recias espinas sobre mi cuerpo lo que esta planta remueve en mi mente.

Es su olor dulzón, embriagador, inundando el aire calmado, sinuoso de la carretera que bajaba - y sigue bajando- a la Estación de Gaucín, verde valle moteado de amarillo, donde los fresnos ya adornan sus ramas con las hojas nuevas. Abro las ventanas y huelo, inhalo los recuerdos y cierro los ojos, evoco.

Esta planta de hoja caduca -pierde sus pequeñas hojas en verano-, tiene sus tallos y frutos cubiertos de pequeños pelos -villosa-. Es propia del sur de la Península y el norte de Marruecos y ha sido utilizada tradicionalmente como barrera para impedir que los animales se acerquen a las colmenas o como rústico vallado de separación.

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