martes, 8 de junio de 2021

Thapsia villosa

                                                 Sª Prieta

Una compañera de caminatas me dijo un día al verlas que le gustaban estas flores porque parecían fuegos artificiales. Y quizá tuviera razón: ver una ladera llena de estas plantas en plena floración es una explosión de color difícilmente olvidable.
Esta cañaheja -existe otra especie con el mismo nombre común- posee una roseta de grandes hojas recortadas con el envés blanquecino y cubierta de pelos de las que brota un enorme tallo que puede alcanzar más de dos metros y del que irán surgiendo umbelas esféricas llenas de pequeñas flores amarillas.
Tras el verano, las hojas se secarán y quedará su tallo floral que aguantará seco muchos meses. A este tallo, ligero y resistente, se le ha dado muchas utilidades, desde cañizo bajo el tejado, para elaborar juguetes o como vara de azote y castigo.
Al volver las lluvias, de su gruesa raíz brotarán nuevas hojas y comenzará de nuevo su vida aérea y volverán, como oscuras golondrinas, miríadas de insectos que poblarán sus cabezuelas amarillas y harán las delicias de entomólogos y aficionados.
Esta hierba la podemos encontrar en cualquier tipo de suelo, extendiéndose por la Península Ibérica, sur de Francia y norte de África.
Su raíz tiene efectos purgantes y es bastante tóxica. El látex que exuda al cortarla se ha utilizado para atontar a los peces y poder cogerlos con facilidad.

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