martes, 27 de julio de 2021

Scirpoides holoschoenus

                                       Río Guadalmina

No es precisamente la flor que pondríamos en un jarrón, ni falta que hace. Quizás ver el tallo verde terminado en una afilada punta y coronado de globosas flores apétalas no nos diga mucho, pero si de ese mismo tallo colgaran unos cuantos churros calentitos y crujientes, ¡qué de recuerdos nos traería!
El junco churrero, habitante de orillas de ríos y arroyos y otros lugares donde el suelo esté saturado de agua dulce, nos anuncia el verano con su floración, que se prolongará hasta que este acabe.
Esta planta, de hojas insignificantes, realiza la fotosíntesis a través de sus tallos, los mismos tallos que se han utilizado, aparte de para recoger los churros en un cómodo aro fácil de transportar, para la elaboración de cestos, asientos y como rústico techado.
Hoy en día, más escaso que antaño, se sigue extendiendo por toda la cuenca mediterránea y parte de Asia.
Por cierto, aunque lo llamemos junco, no pertenece a la familia de los verdaderos juncos, las juncáceas, sino a las de las ciperáceas, la del conocido papiro.

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