viernes, 10 de septiembre de 2021

Quercus suber

                                              La Sauceda

Hoy, cuando miles de hectáreas de bosque arden en Sierra Bermeja, cuando las llaman devoran millones de años de vida queda en mi corazón el negro rescoldo del desaliento, la brasa ardiente de la ira. 
Árboles venerables, nexos entre la tierra y el cielo. Viejos alcornoques, que con suerte, no habrán sido descorchados este verano ni el pasado, y guardarán su capa de corcho que les protegerá del fuego. Los vestirán las llamas de negro por años pero volverán a la vida y lucirán verdes de nuevo. No así los pinos que murieron de pie y así quedarán hasta que el tiempo devore sus entrañas muertas y caigan y puedan así devolver a la tierra lo que la tierra les dio.
Chaparros -como llaman a este árbol por la parte occidental de Málaga- que tanto han dado: su corcho cada nueve años y bellotas casi sin parar para goce del cochino que pasta a su sombra y todo porque florece de forma continua durante la primavera y el verano, y así después da sus frutos en tres veces, septiembre, en las medianías del otoño y en pleno invierno, como regalo de Reyes. Chaparros que no quieren cal, chaparros que no quieren frío.
Quercus, para los celtas "árbol bello", tan diferente del "cabeza de alcornoque" del español castizo.
Hoy, con más sinrazón que nunca, te abrazó y te hablo, y siento tu savia recorrer mis venas.

                                                                               La Sauceda

                                                 Valle del Guadaiza

                                                 Sª Negra de Coín

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